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Entre lo etéreo y lo corpóreo

Autoría: Alejandra Castiglioni

Esta es una invitación a sentipensar los gestos, desde su potencia irrepetible, desde la elocuencia de sus significados, desde las representaciones que evocan, desde la posibilidad de encuentro y desencuentro que generan, desde la voz más profunda de nuestros cuerpos que en ellos emana.

¿Por qué detenernos en los gestos?

Porque en ellos erupciona el mundo interno y el mundo externo, hablan de completud en lo diverso, de síntesis entre materia y energía, de desvanecimiento de binarismos y categorías con las que se pretende organizar el mundo.

Hablan de lo más genuino del ser, aunque portan aquellas estructuras estructurantes que la trama cultural imprime en su espesor. Y así despiertan las más variadas representaciones en un aquí y ahora, cuando erupcionan y cuando los evocamos luego de la huella que nos dejaron. Representaciones impregnadas de aromas de colonialidad, que reproducen miradas blancas que los oscurecen o los encandilan a la luz de la perspectiva eurocéntrica, patriarcal, heterónoma.

Indagar en los gestos implica avanzar -más allá de lo biológico- en un territorio eminentemente relacional, donde cada ser dialoga consigo, con lxs otrxs, con la comunidad, con la Madre Naturaleza y sus dioses. Un diálogo que se conforma en la inmediatez y la potencia de un presente, afectado -desde un pasado común- en la memoria de disposiciones antropológicas de integración y adaptación.

«…atender a los gestos es la ocasión para escapar a toda una serie de binarismos diversos …»

André Haudricourt

En los cuerpos se revela un complejo montaje de componentes psico-fisio-sociológicos atravesados por la historia, a su vez inscripta en la superficie de nuestros cuerpos.

Percibir las gestualidades como una “línea del afuera que se pliega” implica disponerse a ir más allá de la figura, es decir, hacia ese estilo que se revela cuando el afuera se encuentra con nuestros cuerpos para replegarse, volver a plegarse en su camino relacional. para traer lo impensado al pensamiento, lo sorprendente al sentimiento. “Pensar es un gesto, el gesto del afuera que se pliega y fuerza un pensamiento” también desplegándose hacia el afuera en una reciprocidad. “Pensar con gestos, entre gestos, y pensar como un gesto” (Haudricourt,; :91)

Claramente la voz, parte de nuestro cuerpo, porta gestos en su intensidad, su entonación, su armonía, su ritmo de los cuales las palabras también se valen para acoplar sentidos. Los cuerpos, por su parte, pueden ser pensados en su materialidad como entramados de gestos en tanto relaciones imbricadas en un territorio de heterogeneidades que conversan, completando, integrando entre efectos, afecciones y reciprocidades.

Más allá de las palabras, los gestos. Más allá de los cuerpos, el espesor de la corporalidad, ese territorio que entre ellos se abre para alojar trazas y gestos para crear diálogos que viajan entre corrientes de doble sentido. Lejos de ser unilineales, provocan trazas que transforman, se transforman y nos transforman en un movimiento inacabado, latiendo, danzando al ritmo de la vida entre la fuerza del estimulo que portan y la intensidad de la sensación que despiertan, habitando el umbral de la perceptividad. Percibir esa materialidad e indagar en ella para problematizarla y producir conocimiento desde la experiencia sensible quizás nos permita humanizar, integrar lo escindido deliberadamente, desmonumentalizar el conocimiento, al decir de Boaventura de Sousa Santos.

Pero la danza irrumpió en este relato…

Amo la danza, vivo en la danza. Danza como primer arte del ser humano, anterior a la música ya que el movimiento más primario la lleva en su pulso. Danza como cultivo de gestos que humanizan integrando espíritu y materia, alma y cuerpo, contexto y mismidad, sustancia y energía, trazo y figura. También cielo y tierra, como escribe Gustav Fechner.

Danza que habita la naturaleza misma, los planetas danzan alrededor del Sol, nuestro flujo sanguíneo danza recorriendo nuestros cuerpos, entre diversas danzas, quién no se sorprende en la danza de un girasol buscando la caricia de fuego.

Comprender la danza en la conversación de diversidades que los cuerpos portan, es la invitación a habitar completud, alojando lo invisibilizado, lo silenciado, lo negado por antiguas y hegemónicas improntas que inhabilitan arbitrariamente. Quizás la danza habilite desde lo más profundo del ser a dialogar libremente con la naturaleza para reconocer su entidad poderosa, con los dioses para acercarnos a ellxs, con lxs otrxs cuya presencia me conforma, con el contexto cuyo espesor me contiene y también con nuestro mundo interno, dándole entidad a lo que sentimos para tomar un lugar en la escena de la vida, en la preciada libertad.

Todo esto sucede en la ejecución de un gesto, de una continuidad de gestos que producen movimiento, movimiento que a su vez provoca un ilimitado recorrido en nuestro interior a partir de su traza y cuya huella seguirá replicando.

Para Fechner la danza es una fuga celestial, una escapada hacia lo divino donde podemos encarnar la naturaleza de un ángel en tanto podemos creer que tenemos alas y volar, pies que con su impulso nos permiten saltar tensando límites para conectarnos con lo trascendental hasta que los cuerpos con su peso vuelven a conectarnos con la tierra. (: 70) Creemos alcanzar el cielo con el sólo intento de tocarlo, al danzar la vida.

Entre la percepción de un contexto y la ejecución urgente de un gesto, allí la metáfora de la danza. Y si de inmediatez de los cuerpos hablamos, las infancias la evidencian. En su trama vincular, los legados culturales transitan mostrando lo más genuino de su valor simbólico, compartimos modos de relacionarnos para entramarnos a nuestra comunidad, nos apropiamos de ritmos para interpretar la naturaleza que nos arropa, resignificamos gestos para leer los mundos y conformarnos desde la mirada que sostiene, el abrazo tierno que contiene, la calidez de la piel que abriga, el susurro que calma, el pecho que brinda paz. En cada gesto que humaniza, danzando entre lo etéreo y lo corpóreo desde la más temprana edad.

Buenos Aires. Febrero, 2021

Bibliografía

  • Bonaventura de Sousa Santos (2009). Una epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social. México, CLACSO y Siglo XXI.
  • Fechner, Gustav y Bardet, Marie (2017). Anatomía comparada de los ángeles sobre la danza. Buenos Aires, Editorial Cactus.
  • Haudricourt, André (2019). El cultivo de los gestos entre plantas, animales y humanos. Buenos Aires, Editorial Cactus.

Foto

De la Serie Breath, Imágenes de mi mundo, Reza Deghati. Irán.

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